Durante la rotación por cardiología
ambulatoria se revisará el manejo de las situaciones más frecuentes
de consulta en patología cardiovascular.
Adicionalmente se pondrá énfasis en aquellos aspectos propios
de la atención ambulatoria.
GENERALIDADES.
La consulta ambulatoria se caracteriza por demandar una rápida respuesta
a las inquietudes del paciente o sus familiares sobre:
En resumen nos
enfrentamos, la mayor parte de las veces sin más herramientas que la
anamnésis y el examen físico, a dar una respuesta a las numerosas
preguntas del paciente.
Claramente no podremos responderlas todas en el corto tiempo de que dispondremos,
de ahí la necesidad de tener claro las prioridades de este tipo de atención:
1.- Conocer las preocupaciones
del paciente o sus familiares.
La gran mayoría de los pacientes tiene una preocupación que motiva
la consulta. Sin embargo esto no es igual a lo que llamamos “motivo de
consulta”. Por ejemplo, en muchos casos un paciente sin antecedentes mórbidos
consulta por la percepción de “palpitaciones”, que no se
acompañan de ningún otro síntoma ni signo que indique cardiopatía
orgánica ni compromiso de la función cardiovascular. Sin embargo
es percibido como un síntoma de enfermedad cardíaca. Es decir,
la preocupación del paciente es “estar enfermo del corazón”.
Claramente desde esa perspectiva, un síntoma banal desde el punto de
vista médico se transforma en un problema mayor.
Otras veces, el paciente es “llevado a consultar” por un familiar,
sea por síntomas objetivos (“se cansa mucho”, “llora
por cualquier cosa”) que es interpretado como de origen cardiovascular
o por antecedentes o “hallazgos” que pudieran constituir factores
de riesgo ( “su papá se murió joven del corazón”,
“le encontraron la presión alta”) En estos casos el rol del
médico es más complejo, porque junto con aclarar las dudas –
muchas veces justificadas – debe establecer un vínculo con el paciente,
que le permita continuar con un plan de manejo consensuado.
2.- Establecer
la gravedad o riesgo del paciente; la sospecha diagnóstica
y el plan de manejo
Una “buena” anamnésis y un “buen” examen físico
son la clave de la medicina ambulatoria. Sin embargo parece haber una contradicción
entre el escaso tiempo disponible para la atención del paciente y lo
que consideramos una buena anamnesis y examen físico, que con frecuencia
es larga y demorosa en el paciente hospitalizado.
De ahí que tenemos que tener claro los objetivos más importantes:
Una vez descartadas las condiciones de mayor gravedad inmediata, debemos establecer “un plan de manejo” que debe incluir las medidas terapéuticas y preventivas básicas y solicitar los exámenes para completar el diagnóstico.
3.- Educar e informar al
paciente de nuestro diagnóstico inicial, de la gravedad relativa y del
plan de manejo
Una buena atención médica es incompleta si no se acompaña
de una adecuada información y educación del paciente y sus acompañantes.
El paciente debe entender su problema – real o potencial - y asumir un
rol fundamental en su propio cuidado. Debe entender los alcances del diagnóstico,
el fundamento de las indicaciones terapéuticas, asi como de las medidas
preventivas y de los exámenes que se soliciten. Especial énfasis
debemos poner en la duración de las indicaciones.
Debemos entregar al paciente la información sobre su problema de salud,
de acuerdo a los conocimientos vigentes sobre el tema, utilizando un lenguaje
adecuado a la edad y características socio-culturales.
La información debe dejar en claro lo que son “sospechas”
diagnósticas de lo que parece confirmado por los elementos clínicos
disponibles. Nunca debemos adelantarnos a dar pronósticos que no estén
avalados por los exámenes o la evolución clínica.
MANEJO DEL PACIENTE CON PATOLOGÍAS CRÓNICAS.
En general podemos decir que las enfermedades se pueden dividir en 2 grandes grupos:
En las primeras
el rol médico está acotado al eficiente tratamiento del episodio.
En las segundas el médico tratante acompañará al paciente
durante el resto de su vida.
La mayoría de los pacientes con patología cardiovascular deben
considerarse “pacientes crónicos”, lo que refuerza la necesidad
de establecer fuertes vínculos médico-paciente, que hagan posible
un manejo eficiente de sus problemas médicos en el largo plazo. Incluso,
cuando hay buena relación médico-paciente, el médico tratante
ejercerá el rol de consejero médico en condiciones ajenas a la
patología que motivó los primeros controles.
En el manejo del paciente crónico debe ponerse especial énfasis
en la educación y los aspectos preventivos, de manera que el paciente
conozca el curso de la enfermedad y entienda el porqué de las limitaciones
o cambios de estilo de vida requeridos por la enfermedad y se adhiera al tratamiento
y controles médicos periódicos. En este sentido es fundamental
que el médico llegue a compenetrarse progresivamente de las características
psicológicas, culturales, sociales, familiares y económicas del
paciente y su entorno.
JAR/Mar 2009