Diversos estudios de sobrevida a largo plazo han demostrado que estas drogas tienen un claro beneficio en prolongar la sobrevida de los pacientes con insuficiencia cardiaca de cualquier origen. Su uso debe iniciarse en pacientes más estables, no hipotensos, con función renal conocida y niveles normales o bajos de K+ plasmático.
La dosificación debe ser cuidadosa, comenzando siempre con dosis muy bajas.